Todo el mundo me quiere vender Amor Propio. Como si exclamando las palabras “quiérete” tres veces apareciera el hada madrina, Beetlejuice del autoestima o el genio de la lámpara y me otorgaran lo que muchas veces se me olvida: Que soy un ser humano válido sin la necesidad de la validación del resto.
Me lo tratan de vender en fórmulas, en recetas, en ejercicios, en dietas, en un sin fin de productos infalibles y “Llame ahora para llevarse el segundo gratis y de paso un paquete de papeles A4 para su impresora”.
El tele-mercado del Amor Propio ha llegado a nuestra ciudad y no se quiere ir a ningún lado. El tema es ¿Qué diantres es? Yo me he pasado los últimos 7 años de mi vida tratando de explicarlo y de momento he llegado a esta conclusión: cada quién necesita encontrar su propia definición de amor.
¿Por qué? Pues porque el amor para cada uno ha venido de distintas formas y lo necesitamos de diversas maneras. Nosotros damos amor como se nos dio de pequeños (y lamentablemente no todos tuvimos un hogar amoroso) pero, así como cada uno tiene una forma de dar amor (con gestos, con palabras, con regalos, con tiempo de calidad, con escucha activa), también necesitamos recibir y darnos amor de distintas maneras.
Y ahí es donde viene el secreto del asunto: ¿Qué tipo de gestos de amor contigo misma necesitas?
Porque eso, eso es amor propio. Darte esos momentos, espacios, cosas que necesitas en el día a día para sentirte valorada, querida, balanceada, divina, diosa, empoderada.
Quizás deba decir que todo empieza frente a un espejo. Y créanme, que los he conocido todos, sobre todo los de los probadores de ropa que por algún motivo diabólico tienen la apoteósica habilidad de hacerte ver más imperfecciones de las que creías posibles. Hace un tiempo escuché que todo lo que pensamos y nos decimos, es lo que somos. Piensa ¿Cuántas cosas terribles has pensado o te has dicho frente a un espejo? ¿Cuántas “imperfecciones” de tu cuerpo puedes nombrar ahora mismo?
Verán, este tema del amor propio empieza por cambiar no lo que vemos, sino lo que nos decimos cuando nos vemos, frente a un espejo, con los demás, en tu mente.
Amor propio es empezar a aceptar ese cuerpo perfecto no por un ideal de belleza surreal, sino por todo lo que te permite hacer diariamente. Empieza a tocarte, abrazarte, reconocerte, amistarte. Empieza a decirte esas cosas tan bonitas que sin reparo alguno le dices a los demás.
Y en cuanto a esas cositas o espacios que necesito para darme amor, tengo una confesión: Soy una fiel creyente de la terapia de la ropa. No hay nada como pasar por la vitrina de El Clóset de mi Hermana, el olor a una prenda nueva, el comprar porque quieres y puedes o el sacarle la etiqueta y estrenar chachá. El probarte algo y sentir que este hecho para ti y que una vez que te lo pones, cual armadura, estas lista para conquistar al mundo.
Para mi la ropa y la moda siempre han sido parte de mi estilo y mi expresión de género: intensa, colorida, creativa, atrevida, pero sin dejar de lado la comodidad y el saber acentuar lo que amo de mi cuerpo: mis caderas, mi cintura, el escote infaltable o mis hombros.
Como un ritual de amor (y algo que hago desde los 11 años) el día anterior selecciono el outfit con cuidado, los zapatos, accesorios, toda mi capa de seguridad y de amor conmigo.
A ese ritual se le fueron agregando cosas que con la edad llegan casi casi de forma natural: la rutina facial, la crema de cuerpo, los baños laaaargos cuando en algún viaje me encuentro con una bañera, las caminatas con buena música (o últimamente podcast), conversas eternas en un café con amigas y el sinfín de cosas que a cada uno hacen sonreír y sentir: hoy fue un buen día.
Podría hablar de mil y un cosas más acerca del amor propio, pero lo dejo con una pregunta: ¿Qué te vas a decir cuando te mires al espejo mañana?
*Ale usa el pantalón ANCÓN y el body MARIAH.
*El artículo ha sido escrito por Ale Otazzi del blog La Mujer al Borde, por un tema técnico del blog sale por Ursula Bertello como autora.